Y cuando te dicen una palabra nueva, donde aún no tienes una imagen a la cual relacionarla, no entiendes lo que te dicen, no es hasta que ves el objeto o te lo describen para que puedas formar una imagen en tu mente que puedas relacionar a la palabra.
Cuando hablamos con nosotros mismos elegimos unas palabras determinadas y no otras, y nos decimos una serie de cosas concretas. En este caso, no solemos reconocer la importancia de las palabras y el efecto que su uso puede generar en nosotros.
El apóstol Pablo escribió: "Ninguna palabra corrompida salga de vuestra boca, sino la que sea buena para la necesaria edificación, a fin de dar gracia a los oyentes" (Efesios four:29). La palabra griega traducida como "corrompida" significa "podrido" o "sucio" y originalmente hacía referencia a las frutas y verduras podridas.
Nos guste o no, la palabra es la forma más usada por los humanos para el acto de la comunicación. Además, es un intercambio que deja huella. ¿Quién de nosotros no recuerda alguna de esas frases que le ha causado un gran dolor o le ha alegrado el día?
Debemos recordar que nuestras palabras tienen el potencial de traer vida y esperanza a aquellos que nos rodean. Debemos ser portadores de palabras de aliento y consuelo, de palabras que sanen las heridas y restauren la fe.
En la Biblia, se nos enseña que nuestras palabras tienen un gran poder. El libro de Proverbios 18:21 nos dice: «La muerte y la vida están en poder de la lengua, y el que la ama comerá de sus frutos». Esto significa que nuestras palabras pueden tener un impacto profundo en la vida de los demás.
Esto crea una brecha entre donde tu mente está y tu realidad, que a través de la repetición te impulsa a la acción para cerrar la brecha entre una y otra.
Las palabras también vibran en diferentes frecuencias y cada palabra te afecta de forma diferente. Un buen ejemplo es la palabra amor. La palabra amor vibra a una frecuencia mucho más alta que la palabra odio. Puedes sentir la diferencia en la energía de las dos palabras.
Estos ciclos se adaptan perfectamente a aquellas personas que siguen carreras universitarias, y vienen de una familia,…
El poder de la palabra es tremendo. Aunque muchas personas digan que una imagen puede valer más, y en ciertos casos es verdad, no hay que olvidar que cuanto sale de nuestra boca tiene un valor.
En la Biblia, encontramos múltiples ejemplos que nos muestran el impacto de las palabras en nuestras vidas. En Proverbios eighteen:21, se nos dice que «la muerte y la vida están en el poder de la lengua». Esto significa que nuestras palabras tienen el poder de click here generar vida o destrucción.
Esto significa que debemos filtrar nuestras palabras y asegurarnos de que sean edificantes, útiles y llenas de gracia. No debemos usar nuestras palabras para herir o destruir, sino para construir y fortalecer a los demás.
Nuestras palabras pueden cambiar el curso de los eventos, pueden levantar el ánimo de alguien o hundirlo en la tristeza. Por ello, es imprescindible que seamos conscientes de cómo utilizamos nuestras palabras, ya que tendremos que rendir cuentas ante Dios por cada una de ellas.
Nuestras palabras también tienen el poder de sanar y restaurar. Proverbios twelve:eighteen nos dice: «Hay hombres cuyas palabras son como golpes de espada, pero la lengua de los sabios es medicina».